Por:
Jovián V.
Sanjinez Salazar.
Docente
Universitario
Asistimos
a una realidad social preocupante: Una realidad de conflictos sociales, de
creciente criminalidad, y la galopante aprobación de leyes penales, como
vehículo sin timón que van irremediable a la búsqueda de la solución pero que
no llega a su destino porque el conductor se dirigió por el camino equivocado.
Llegó, pero tarde. El delito se ha consumado, y el autor logró la impunidad.
El
control social del Estado no solo es la suma de leyes agresivas, radicales o
una cosa así; es la unificación de todos los estamentos sociales públicos y
privados, que priorizan políticas básicamente educativas desde el cimiento
hasta la cúspide, que alimente la moral del ciudadano, que fortalezcan los
valores, que amanezcan con nuevos
horizontes, que cada mañana tengan una razón para su esfuerzo.
El
Estado agrede con leyes radicales y extremas, es decir que se convierte en tan
agresor y lesivo como lo son aquellos que obran al margen de las leyes. Es
cierto que debe existir rigor, pero un rigor para resistir en la coyuntura, no
tiene por qué ir en aumento; lo que tenemos en el País, es una sonada de leyes
que incrementan las penas, que duplican las mismas, pero que solo se entiende
como un mecanismo de defensa, frente a la vorágine de la delincuencia. Reprime
para hacer sentir que está presente la autoridad, pero lamentablemente existe
impotencia para controlar la criminalidad.
La
simbiosis de la realidad con la ley, no solo son vitales para el desarrollo de
la sociedad, sino que, su presencia en el tiempo es conmensurable para
comprender que la vida humana, está amparada por las leyes de la naturaleza y,
por la primacía de la constitución, que tiende la alfombra jurídica para que
exista convivencia armónica como lo desean los hombres de bien. Con la
simbiosis ante una realidad social activa, y las leyes que regulan la
casuística, y la determinación de la conducta social de los ciudadanos, se
espera cambios paulatinos en la infraestructura del Estado, de tal suerte que,
con ello se demostraría que esta simbiosis del binomio ley y realidad, habrían
encontrado lo que el peruano añora, esa convivencia armónica para vivir en paz,
con tranquilidad y seguridad con un futuro prometedor.
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