DOCENTE
UNIVERSITARIO
Nadie desea sobrevivir a la muerte
de un ser querido. El dolor de una madre al enterarse que murió su hijo o hija,
es tan intenso que seguro no se puede describir, seguramente porque sus
entrañas reviven el sentimiento maternal y la angustia raigal de su vientre que
cobijó un ser desde que fuera embrión, y al que quiere siempre proteger.
El
dolor disminuye con la resignación. Ver a su hijo muerto, presenciarlo, verlo
por última vez, en un ataúd estrecho y que va a una tumba fría, la lleva a aceptar
la realidad, y sobrevivir con los
recuerdos del ser que amó y ama. El consuelo de saber el lugar de su última
morada, la hará vivir con los recuerdos y, con una calma que lo necesita. El
consuelo es un estado psicológico que permite regular los actos del ser que sufre por algún
acontecimiento que impacta su vida y que no acepte al inicio; sin embargo, con
pausas se asimilan los hechos, se admite
la realidad, y la conducta queda regulada con la resignación. La vida
debe continuar y la madre dolida debe comprender que es así.
No
habrá resignación si el ser querido encuentra la muerte en el extranjero, en
otras tierras, donde las personas no son nacionales, donde hasta las leyes son
distintas, y para los extranjeros aún son más complejas, y de decisiones
complejas. La distancia donde ocurrieron los hechos hace imposible saber la verdad desde el inicio, haciendo más
proclive a la especulación; se acrecienta el dolor y la angustia, por las
muchas versiones y poca certeza.
Réquiem
para el hijo que encontró la muerte injustamente, aunque no hay muerte justa.
Réquiem para el hermano que cruzó las fronteras, en la búsqueda de mejoras cosas, porque nunca
será para restar posibilidades que si
las tiene en su tierra. Réquiem para el connacional que sale del Perú al
igual que los casi 3 millones de
peruanos en busca de mejores oportunidades, aunque no siempre las encuentran.
Viajar
al extranjero por un mejor porvenir es un mérito; no obstante el Estado debe
legislar los mejores mecanismos de seguridad para los nacionales en el
exterior, y frente a hechos lamentables como lo que señalo en esta nota, se
viabilice cualquier gestión para facilitar los procedimientos.
Lamento
que no siempre se conoce de las causas de una muerte de un peruano en el
extranjero, es difícil saber cuando ésta se ha hecho sospechosa, o es difícil
explicar el suceso, así lo señalan las estadísticas.
Si
la muerte es natural, (enfermedad),
accidente u otra causa que determine objetivamente el hecho, no habrá mayor
problema, para gestionar su retorno a su tierra y mitigar el dolor de su madre
y sus parientes; pero cuando la muerte está ligada a una confusión de hechos, a
una incertidumbre o sospechas; es difícil repatriar a un connacional a la
brevedad y, si a ello se agrega el insuficiente apoyo administrativo de parte
de las autoridades o el déficit económico, resulta extremadamente difícil
exhumar o cremar para repatriar. Mientras tanto el dolor de la madre se
incrementa, a pesar que no desmayará, en tanto aún no encuentra resignación.
No
ser posible que el hijo que ha muerto no sea repatriado, y dejar en tierras
lejanas sus restos, es el dolor más
grotesco que sienta una madre; por eso para evitar que una madre sufra sin más
ni más, aquel o aquellos que viajan al extranjero por razones ya señaladas,
deben tener los cuidados en sus vidas,
en el tiempo, forma y modo, tanto
en el lugar donde se desarrollen o se encuentren.
Réquiem
al mérito más importante a la heroína cuzqueña SORIA, que muriera cuando
actuaba como tripulante del crucero Italiano Costa Concordia, murió en
cumplimiento de sus deberes, quizás salvó vidas a cambio de su propia muerte.
Los
Jóvenes Peruanos que se encuentran por el mundo
no deben olvidar que sus madres están en paciente espera, y que la sola
ausencia ya es un sufrimiento. Para un hijo,
madre hay una sola y es
insustituible.
Para
el Derecho Internacional, los escenarios para promover gestiones entre Países
se han viabilizado. En el proceso de
globalización, el vehículo idóneo para estas gestiones son los tratados,
que adoptan su carácter vinculante. Este
carácter permite que los Estados se relacionen cada vez más estrechamente, y
que los compromisos tengan la eficacia y validez que les correspondan, y en
donde temáticas como las de una repatriación o extradición, de ser el caso, se
tramiten sin contratiempos, para bien de las buenas relaciones estaduales.
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